La joven con acompañamiento de sus compañeros y su familia, hoy es muestra que sí se puede ganar esta batalla.
Luisa Mesa soñaba desde muy pequeña con ser militar, veía cómo los soldados caminaban las calles en Tunja en fechas especiales, admiraba los uniformes camuflados y la disciplina de las personas que los portaban.
Pasaron los años e ingresó a estudiar diseño gráfico, pero al graduarse tomó la decisión de ingresar al Ejército y se convirtió en Subteniente en 2017, pero una noche, que parecía ser de las más especiales de su vida, Luisa Mesa no se sintió bien, y posteriormente, al acudir al médico, fue informada de que el cáncer hacía presencia en su organismo.
Las quimioterapias iniciaron, eran 16 horas sentadas para desarrollar el tratamiento, paulatinamente hizo algunos amigos quienes también asistían a ser tratados, a quienes con el tiempo y con tristeza fue despidiendo
Su cabello empezó a caer, una señal que según los oncólogos era muestra de cómo el tratamiento si estaba siendo útil para tratar la enfermedad, y, semanas después, Luisa fue notificada de que el cáncer ya no estaba en su cuerpo.
Pero la noticia no duró mucho, cuando parecía que todo había sido superado, encontraron nuevas células en el pulmón y otros órganos que se veían comprometidos, ahora el tratamiento fue más fuerte, pero antes de iniciarlo, viajó con su familia a conocer el mar, una promesa que la joven le había hecho a su padre y que anhelaba cumplir.
En noviembre de 2019, Luisa Fernanda Mesa obtuvo un trasplante de médula ósea, una bendición que le otorga a Dios y la virgen de Guadalupe, de la cual su madre es muy devota y le entregó toda la enfermedad.
Ahora, Luisa trabaja llena de salud y felicidad desde la oficina de diseño gráfico del Ejército Nacional y replica con todas las personas la fe y la importancia de servir a la comunidad.
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